lunes, 6 de enero de 2014

Dados a la ciencia

No tenía un duro, pero Robert Rodríguez logró rodar El Mariachi con 23 años. Buena parte de los cerca de 7.000 dólares con los que financió la película los ganó sirviendo de cobaya humana para la industria farmacéutica estadounidense, atiborrándose de sustancias para todo tipo de terapias y sufriendo sus efectos.


Fue sumando ensayos y efectos secundarios hasta que creyó que tenía suficiente dinero para hacer la película, y así, por ejemplo, conoció a un canadiense llamado Peter Marquardt, otra cobaya, que aunque no era actor acabaría haciendo de malo en El Mariachi. Rodríguez lo cuenta todo con detalle en el libro Rebelde sin pasta.


El director, productor, guionista y músico tejano tendrá para siempre unas desagradables cicatrices como evidencia física de algunas de las pruebas a las que fue sometido. Pero no parece que le hayan quedado secuelas psicológicas, pues tras El Mariachi ha dirigido otras 17 películas, todas producidas en Hollywood. También tiene una banda y hace un poco de todo.

Robert Rodríguez y su banda, Chingón, interpretan
Malagueña Salerosa en la Premiere de Kill Bill 2. 

En España también es posible servir de cobaya humana. Es lo que llaman ensayos clínicos.

Es posible ser un conejillo de Indias para experimentos dermatológicos, dietéticos, psicológicos, sobre el sueño o nuevas vacunas. Y hay montones de sitios, se puede elegir.

Normalmente, participar en un ensayo clínico reporta más ingresos cuanto más largo es el tratamiento. En Estados Unidos, la cantidad media diaria es de 120 euros. En España, por algunos ensayos, también. Así que la crisis ha aumentado notablemente el número de personas dispuestas a exponer su cuerpo a experiencias desconocidas para colaborar con la ciencia.


Pero está claro que aquí vamos a lo fácil y tiramos de lo que tenemos más a mano, pues el ensayo clínico más habitual, que acaparan los hombres, lejos de exponerlos a dudosos efectos adversos, se produce con deleite: la donación de semen.

Se supone que donar "es un acto altruista"y "solidario" y "no se puede pagar por el semen". Así que, como "no se puede", lo denominan "compensación por las molestias ocasionadas". Un 'tratamiento' de estos reporta al donante entre 30 y 50 euros por donación/paja. Y en los laboratorios se suelen demandar 25. Así que, a 40 euros: 1.000 pavos.

A éstos le salen 1.200 euros porque pagan a 48 la donación/paja.

También ha engordado considerablemente el número de mujeres donantes de óvulos, que reciben entre 600 y 900 euros por una donación nada placentera, pues conlleva cirugía y visitar la clínica casi a diario durante un mes.

Estas donaciones tampoco pueden pagarse, por lo que se disfrazan de "oportunidad de realizarse un examen clínico completo sobre su fertilidad y su estado general de salud de manera gratuita" (la "compensación económica" sólo ocupa un paréntesis -como éste-).


El caso es que las mujeres se prestan menos a donar porque hacerlo no es agradable, pero se cuentan por millares los hombres que están dispuestos a donar su semen y a recibir una compensación económica "por las molestias y el tiempo perdido".


Muchos acuden hasta con argumentos vocacionales, pues de por sí ya se molestaban en perder el tiempo a diario realizando donaciones a fondo perdido, incluso en repetidas ocasiones, como Jero Pah. Así que por qué no amortizarlo.

Quién te lo iba a decir.

Si te decides, ya sabes que el semen "se recoge por masturbación", aunque en este emotivo vídeo se aporta un incentivo añadido: "para eso tenemos habilitado un lavabo con material gráfico".

Eso sí, vas a ir 25 veces. Pide que lo vayan renovando.

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