lunes, 2 de febrero de 2015

Amor a la carta

McDonalds va a admitir las "expresiones amorosas" como forma de pago en sus establecimientos de Estados Unidos.

Del 2 al 14 de febrero, durante determinados momentos del día, los empleados de cada restaurante McDonalds animarán a los clientes a expresar su amor en público, y si lo hacen bien comerán gratis.


Así lo anunciaba la multinacional estadounidense este domingo durante la insufrible Super Bowl, ese evento presuntamente deportivo que los españoles no entendemos, pero que trasladado a nuestro país vendría a ser como si se jugasen varios Madrid-Barça seguidos en un parque de atracciones.


McDonalds ofrece en el vídeo de presentación de esta campaña "expresiones amorosas" válidas a modo de ejemplo. Porque resulta que son los empleados quienes deben juzgar si el hecho amoroso da la talla como para comer sin gastar dinero.

"Tenemos un montón de maneras divertidas para expresar nuestro amor" es la consigna a tener en cuenta. A partir de ahí, vale todo, si se hace con amor.


A esto lo llaman "pay with lovin'" (pagar con amor), y no debe confundirse con "pay for lovin'" (pagar por amor). Sin duda se trata de una estrategia comercial consistente en adelantar San Valentín dos semanas para hacer caja a costa del amor durante 13 días, y no sólo uno.

Pero en el vídeo todo es fantástico: en los restaurantes no hay colas, hay muy poca gente; los empleados parecen majos y se prestan a hacer el moña, la gente no está atacada y no tiene prisa...


Y eso, trasladado a España, tiene lagunas. Seguro que no lo hacen.

Primero, porque siempre hay colas. Y aglomeraciones. Y la gente está mirando el móvil mientras espera, o contando los vales de descuento. Así no hay resquicio para el amor. Y de haberlo, los empleados tampoco prestarían mucha atención al "momento amoroso". 

Segundo, porque en algunos casos, de no regalar el menú los empleados por juzgar insuficiente un intento de expresión amorosa, se podría montar un buen crispy chicken. Especialmente en el caso del McDonalds de San Fernando de Henares los sábados que acampan allí multitud de familias gitanas. Pasa de normal, así que con esto...

En este McDonalds se desataría la pasión.

Si esto triunfara aquí sería únicamente por determinados elementos.

Triunfaría, por ejemplo, entre ese espectro poblacional no cuantificable, del que hemos hablado, cuyos miembros estarían dispuestos incluso a echar un polvo salvaje en la barra de un McDonalds a cambio de un Happy Meal. O a cambio de nada.

O triunfaría gracias a esas parejas poligoneras que se frotan sin reparo entre la multitud de la cola; que cuando piden él le esta tocando el culo a ella y ella le atusa la cabeza a él, y que cuando se sientan comen con una sola mano, porque comen agarrados. Es por eso que sólo piden un helado y no dos. Así él sujeta el vasito y ella distribuye ice cream con la cucharita.

Son más las lagunas que los lagos. Pero se nos ocurre que la iniciativa sí tendría éxito, quizá incluso en exceso, si se ofreciera la posibilidad de pagar con amor también a los clientes del McAuto, que tienen más intimidad.

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